Adicta al anal por accidente ¡ historia de una fiel seguidora

hola manzanita aquí mi confesión .

Por Messenger, en ese entonces, conocí a un chico muy especial. Me invitó a un restaurante para conocernos en persona. Después de cenar, estuvimos bebiendo un poco. Yo seguía siendo algo tímida, pero él me atraía demasiado. Tal vez no se lo dijo, pero a veces las miradas hablan por sí solas. Esa noche culminamos con un beso muy apasionado.

Al día siguiente, para mi sorpresa, llegó a mi casa con unos chocolates. Así pasaban los días: era súper especial, detallista, pendiente de mí. Nos hicimos novios formalmente.

Él vivía en Naranjos, en un apartamento con varios chicos universitarios. Era una locura. Recuerdo que una vez se fue la luz, y con los demás empezamos a jugar a las escondidas. Él y yo nos escondimos en un armario, y ahí nos empezamos a besar ya tocar. Me excitó tanto que quise salir a cerrar la puerta y, por fin, ser suya. Pero él me detuvo y dijo:
—No, espera, así no.

Me quedé pensando: ¿No le gustó? ¿Acaso soy fea? ¿Qué pasó? No me dio explicaciones. Salí y terminamos el juego. Generalmente, un hombre no se detiene en una situación así. Me puse triste, enfadada. No entendía por qué, si decía que me amaba, me había tratado de esa manera.

Pasaron algunos días. Traté de no ser indiferente, pues tampoco quería perderlo. Era un buen chico: estudioso, trabajador, responsable. Cuando cumplimos tres meses, me llamó y dijo:
—Te espero en el apartamento.

Sin más, me arreglé como siempre, buscando verme hermosa para él. Toqué la puerta, ¡y sorpresa! Tenía todo preparado: flores para recibirme, música suave, velas… Todo como lo soñé. Entonces caí en cuenta de que había plasmado en mi perfil cada detalle de lo que me gustaba, y él lo estaba haciendo realidad.

Entré al cuarto y, en su tablero de tareas, había un mensaje donde decía lo mucho que me amaba. La cama estaba adornada con pétalos de flores, incienso y más velas. ¡Guau! Ahora sí que me mató. Un par de copas de buen vino, y llegó el momento. Nerviosa, pues ya sabe lo que había pasado antes, pero no tenía miedo. Con él era diferente y todo fluyó.

Tuve mi primera experiencia de sexo oral. Era raro saborear a alguien y sentir cómo me besaba de pies a cabeza. También fue mi primera penetración voluntaria. ¡Increíble! Terminando, me subí sobre él. Estaba algo inexperta, pero trataba de llevar el ritmo con su ayuda. Sin embargo, de repente grité. ¡Dolía, dolía de verdad! Me bajé de inmediato.

Él, muy apenado y nervioso, me dijo:
—Perdóname, me equivoqué, no quise hacerlo.

Unión Postal Universal. Aún no sé si eso fue verdad, pero así fue mi primera penetración anal: un accidente . Al final, apenas me sentí mejor, seguimos. Y si había fantaseado tanto con eso, ¿por qué no intentarlo de nuevo?

Él me ayudó. Primero lo preparó con su boca y su lengua. Luego fue introduciendo uno, dos, tres dedos, dilatándome hasta que, con su verga, lentamente fue penetrando mi culito. Muy despacio. Cuando estábamos seguros de que estaba listo, aumentaron los movimientos.

¡Guau! El sexo anal es increíble, maldita sea. Empezó a jalarme el cabello con fuerza, a nalguearme, y eso me excitaba aún más. Los orgasmos anales son fabulosos. Así terminamos: agotados. Yo… enamorada y medio tonta, pero podía decir que esa verdaderamente había sido mi primera vez.

Él fue un buen maestro, y yo, una buena aprendiz. Dejé mis miedos y prejuicios a un lado para finalmente ser feliz. Desde ese momento, puedo decir que soy una adicta al sexo anal. Cuando me masturbo, no puedo evitar tocarme ambos orificios.

El orgasmo con la doble penetración de los dedos se siente increíble. Nunca he estado con dos hombres al mismo tiempo, pero es una de mis fantasías. ¡Quién sabe!

me encanta masturbarme. La sensación de darte amor a ti misma no te la quita nadie , fantaseo con eso .

Bueno, espero seguir confesándoles más historias. Vamos paso a paso, porque no todo es color de rosa. Esto no es un cuento, es la vida real. 

att una manzanita anónima